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  • Foto del escritorAarón Covarrubias Cuéllar

DIOSA O DONCELLA. EL VOLCÁN MATLALCUEYE O MALINCHE

Cerca de la ciudad de Tlaxcala, se encuentra la montaña mítica que se erige imponente e inconfundible en el paisaje de Tlaxcala. El lugar por tradición para los montañistas y excursionistas nacionales y extranjeros. El Volcán “La Malinche”, con sus 4440 msnm, domina como único gigante todo el valle de la región.


Matlalcueye: La de la falda azul

El Nombre original y con el que era reverenciado este antiguo volcán por los pueblos cercanos y que domina todo el valle de Tlaxcala, era Matlalcueye, que quiere decir vestida o ceñida de un faldellín, o nahuas azules. Ella era la diosa del agua viva (ríos y lagos), También fue conocida como Chalchiutlicue por los nahuas.

Según la tradición mexica, hace muchos siglos, Xochiquetzal, la diosa que se encontraba casada con Tláloc, era deseada por Tezcatlipoca y un día se la robó, dejando a su marido muy triste. Pasaron los meses y debido a su tristeza Tláloc no quería hacer llover y las personas en la tierra, estaban muriendo de hambre y sed debido a la sequía.

Los demás dioses, preocupados por la situación, se reunieron y después de conversar largo rato, decidieron que lo que le hacía falta era una nueva esposa, siendo la elegida Chalchiutlicue.


Chalchiutlicue, otra advocación de Matlalcueye

Al casarse, ella se convirtió en la diosa de las aguas dulces. En ese momento surgieron nuevos ríos y lagos, mientras que Tláloc complacido hacía caer una lluvia benévola sobre la tierra.


A la llegada de los españoles, este nombre cayó en desuso por sus connotaciones paganas, sustituyéndose por el de Sierra de Tlaxcala. Ya hacia el siglo XVII cobraba importancia el nombre de Malinche o Malintzin, que sigue siendo el más usado en la actualidad. Este nombre hace referencia a Malinalli o Doña Marina, mujer que fungió como intérprete, consejera, amante e intermediaria de Hernán Cortés durante la Conquista de México.


Debemos precisar que “Malinche” fue el nombre que los indígenas le dieron a Hernán Cortés y jamás a su famosa intérprete. Se conoce con certeza que los indígenas la llamaban Malinalli y los españoles le decían Doña Marina.



Malinalli, Malintzín o Malinche

Malinalli, significa “hierba torcida” en náhuatl. Aunque también hay otra referencia posible, la diosa lunar, única hembra entre los hombres-estrellas, que era llamada Malinal Xóchtil o Malintzin. Recordemos que Malinalli era la única mujer entre los hombres y en muchos de los lienzos aparece colocada en un lugar superior o más elevado con respecto a Cortés y Moctezuma, como la luna a los demás astros.

En algún momento fue llamada también Tenépal, que significa hecha de cal. Haciendo referencia a su tono de piel más claro, aunque también otra etimología de la palabra es “dueña de la palabra”.


Malinalli recibe o se le impone mediante el bautizo, el nombre de Marina, ya que de las primeras cosas que hacían los españoles como costumbre, con respecto a las esclavas era el bautizarlas, pues de acuerdo a su modo de interpretar la religión católica, no podrían unirse a ellas si no eran bautizadas. Curiosamente es una combinación de los nombres de los padres de Hernán Cortés, Martín y Cristina. Los indios siguieron llamándola “Malinalli” y a Cortés como “Malinalli-tzin” es decir, “Señor de Malinalli”, ya que señor o dueño en lengua nahua, se indica con el sufijo “tzin”. A su vez, los españoles reconvirtieron este nombre en Malinche, ya que no podían pronuncia el sonido “tzín” lo cambiaron primero por “chi” y luego por “che”. Así, en un principio, Cortés era el Malinche y no, “la Malinche”.


Otra versión cuenta que Malinche fue traducción directa del español de “Doña Marina”. Marina más el “tzín”, pero los nativos al no poder pronunciar la “r” paso a ser Malina-tzín, con el transcurrir de los días, dio como resultado una fusión de palabras generando “Malintzin”.



Aunque siempre era representada atrás de Cortés y los nobles prehispánicos, apareciá por encima de ellos, enalteciendo una jerarquía superior

Una vez consumada la conquista y agradecidos con Malintzin o Malinche, por haber sido la que logró mediante su sabia intercesión, la alianza con los españoles, los Señores de Tlaxcala, beneficiados con un derroche de beneficios y tierras, por ser cómplices en el dominio de Tenochtitlan, la ensalzaron hasta tal punto en que se convirtió en la doncella de Tlaxcala. Lo que motivó que en la naciente época colonial, surgieran numerosas leyendas románticas, Donde los volcanes pasaron a personificar a grandes héroes guerreros que disputaban el amor de Malintzin que era la bella encarnación del volcán, sustituyendo convenientemente a la diosa Matlalcueye. Los españoles al ver que eran bien recibidos estos cuentos, favoreciendo el adoctrinamiento de los nativos fomentaron dichas historias. Con el paso de los años, los locales al dirigirse a la sierra montañosa de esta región le empezaron a llamar La Sierra de Tlaxcala o simplemente Malinche, dejando en segundo término el nombre original de Matlalcueye que era más usado por los religiosos que escribían sus crónicas o en siglos posteriores los exploradores europeos que visitaban el nuevo mundo

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